El fin de semana dejó una estela de controversias entre Estados Unidos y Colombia, luego de un intercambio de fuertes declaraciones a raíz de la deportación de migrantes colombianos en vuelos militares. El presidente Gustavo Petro denunció públicamente la situación, calificando las deportaciones como una violación a los derechos humanos, describiendo a los deportados como llevados "en aviones militares y esposados". Esta acción, que no ha sido exclusiva con Colombia, también afectó a ciudadanos brasileños, generando una protesta similar por parte del gobierno brasileño. La respuesta de Donald Trump incluyó la amenaza de aranceles y sanciones diplomáticas, aunque la situación se calmó al final, con Colombia aceptando la recepción de los vuelos.
Pero más allá de la controversia internacional, existe una situación que impacta directamente a la comunidad migrante en Estados Unidos: el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha iniciado operativos en Chicago para detener a inmigrantes indocumentados. Estas acciones, que se habían filtrado a la prensa antes de la toma de posesión de Trump, parecen haberse reactivado, generando preocupación entre la población.
En medio de este clima tenso, el vicepresidente JD Vance, en su primera entrevista tras asumir el cargo, defendió las controvertidas órdenes ejecutivas de Trump, incluyendo la posibilidad de arrestos de inmigrantes en lugares considerados hasta ahora "sensibles", como escuelas e iglesias. Esta declaración, sin duda, intensifica la inquietud en las comunidades afectadas.
A nivel político interno, se espera la confirmación de Scott Bessent como Secretario del Tesoro este lunes, mientras que Mike Johnson, líder republicano en la Cámara Baja, ha invitado a Trump a un discurso el 4 de marzo, un evento que promete ser un foco de atención nacional.
El panorama se presenta complejo, con diversos frentes abiertos que afectan la política exterior e interior estadounidense, con un impacto directo y palpable en la vida de millones.