El Departamento de Salud y Medio Ambiente de Kansas (KDHE) ha estado monitoreando de cerca la situación desde 2024, observando un patrón inusual en dos condados del noreste del estado.
Las cifras son alarmantes: se han registrado 67 casos de tuberculosis, un número que, según los funcionarios de salud, convierte a este brote en el mayor en la historia de Estados Unidos. Este dato contrasta con la media anual de 8 a 12 casos en el condado de Sedgwick, con 2004 como excepción, con 14 casos registrados.
A pesar de la magnitud del brote, “es importante enfatizar que el riesgo de contraer tuberculosis para la población general sigue siendo bajo,” aclaró Adrienne Byrne del Departamento de Salud del Condado de Sedgwick. Byrne explicó con detalle que la transmisión no es tan sencilla como se cree popularmente.
“No es fácil contraerla. No se contagia al pasar junto a alguien en la calle o incluso en un restaurante,” explicó Byrne, añadiendo que la probabilidad de contraer o propagar la influenza es mucho mayor que la de la tuberculosis. La transmisión requiere un contacto cercano y prolongado con una persona infectada.
La tuberculosis, que afecta principalmente a los pulmones pero puede afectar otras partes del cuerpo, no se transmite a través de besos, apretones de manos, ni compartiendo alimentos, bebidas o cepillos de dientes, según el KDHE. Entender esta dinámica de contagio es crucial para disipar los miedos infundados y abordar la situación con responsabilidad.
El seguimiento preciso del brote y la información clara a la ciudadanía son cruciales para mitigar cualquier posible expansión. La colaboración entre las autoridades sanitarias y la población es esencial para controlar este desafío de salud pública.