El presidente Donald Trump, en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, reveló un nuevo frente en la ofensiva de eficiencia del gobierno. Más allá de la polémica desmantelación de la USAID, Elon Musk, al frente del DOGE, ha recibido la orden de auditar los gastos del Pentágono. Las palabras de Trump fueron contundentes: “El Pentágono, el Departamento de Educación… Prácticamente todo. Vamos a pasar por todo”.
La magnitud de esta tarea es inmensa. Según un análisis de CNN, la mitad del presupuesto federal discrecional para 2024 se destina a Defensa. Esta revisión, liderada por Musk, promete ser un terremoto en el sistema, despertando interrogantes sobre qué tan profundo será el escrutinio y cuáles serán las consecuencias a corto y largo plazo.
La situación con la USAID, que según Trump se encontró en una "situación horrible", prefigura el escenario. El despido masivo de casi el 97% de su plantilla, reduciéndola a un pequeño grupo de 290 empleados, según The New York Times, ha encendido las alarmas de organizaciones humanitarias internacionales. El gobierno argumenta ineficiencia y subvenciones innecesarias, mientras que la oposición demócrata critica el poder creciente y la falta de transparencia en las acciones de Musk y el DOGE.
Mientras tanto, la figura de Musk se erige como un punto central de debate. Su influencia en la administración Trump es innegable, y su gestión del DOGE está bajo la lupa de la opinión pública y de los medios. Los detalles de las auditorías prometen revelar información crucial sobre el gasto público estadounidense, con consecuencias de gran alcance que se irán desvelando en los próximos meses.
El impacto de estas medidas en la política exterior, la economía y la sociedad estadounidense, así como en la cooperación internacional, aún está por verse, abriendo un periodo de incertidumbre y expectativa en torno a la nueva dirección que toma el país.