La ONU exige a los talibanes a revocar restricciones a los derechos de las mujeres en Afganistán

En el centro de la controversia se encuentra la ONU, que, a través de su misión en Afganistán (UNAMA), ha hecho un llamado urgente a los talibanes para que revoquen las restricciones que limitan severamente los derechos de las mujeres. La declaración, emitida el 8 de marzo, señala que la exclusión sistemática de las mujeres en educación, empleo y vida pública “constituye violaciones de los derechos humanos y obstáculos para el progreso de Afganistán, que profundizan la pobreza y el aislamiento de millones de personas.”
La jefa de la misión de la ONU en Afganistán, Roza Otunbayeva, enfatizó la importancia de “colocar a las afganas en el centro de las soluciones a los desafíos actuales y emergentes. Restaurar sus derechos a aprender y trabajar transformaría sus vidas, comunidades y el futuro de Afganistán en beneficio de todos.” Esta declaración contrasta fuertemente con la postura del portavoz talibán, Zabiullah Mujahid, quien defiende que “todos los derechos fundamentales otorgados a las mujeres afganas se han salvaguardado en estricta conformidad con la ley islámica o sharía, así como con los marcos culturales y tradicionales de la sociedad afgana.”
Mujahid argumentó que el debate sobre los derechos de las mujeres debe entenderse dentro del contexto de la sociedad afgana, diferenciándolo de los “paradigmas culturales occidentales.” Esta postura, sin embargo, es rechazada rotundamente por activistas como Mina Rafiq, quien describió la situación para las mujeres afganas como “algunas de las peores condiciones de vida. A las mujeres se les niegan incluso las libertades más básicas.”
Rafiq, al igual que muchas otras activistas, utiliza las redes sociales, a menudo ocultando su rostro para evitar represalias, como principal plataforma para expresar su inconformidad. La situación actual, donde las celebraciones del 8M se limitan al ciberespacio, refleja la realidad de un país donde la lucha por los derechos de las mujeres continúa, a pesar de las presiones y las restricciones impuestas. La comunidad internacional, por su parte, continúa monitoreando la situación con creciente preocupación, condenando las cada vez más restrictivas políticas implementadas por el régimen talibán desde su ascenso al poder en agosto de 2021, incluyendo la prohibición del sonido de la voz femenina a través de una ley para la “Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio”.
La falta de acceso a la educación y al trabajo para las mujeres afganas, según las Naciones Unidas, crea un círculo vicioso de pobreza y aislamiento, afectando a millones. La controversia expone una profunda brecha entre la visión de los talibanes sobre los derechos de las mujeres y las normas internacionales, generando una creciente tensión en la comunidad internacional.