Mega Marcha en Dallas: Latinos exigen reforma migratoria

Un mar de gente se congregaba, una marea humana con un objetivo común: alzar la voz. No era una simple reunión; se percibía una energía palpable, una determinación que trascendía las diferencias individuales. La Mega Marcha 2025, convocada por la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), se convirtió en el epicentro de una demanda social. Aunque los organizadores, liderados por Domingo García, presidente nacional de LULAC, declararon una asistencia de 15,000 personas, se estima que alrededor de 1,500 participaron activamente en la manifestación. Esta discrepancia en las cifras refleja la complejidad de medir el impacto de este tipo de eventos masivos.
Entre la multitud, se encontraban figuras destacadas. El vicealcalde pro tempore, Adam Bazaldua, declaró: "Marchamos hoy porque nos negamos a dejar que el miedo y el odio nos definan". Sus palabras resonaron con el sentir general. También se hizo presente el congresista Al Green, demócrata de Houston, quien recientemente fue censurado por la Cámara de Representantes por interrumpir un discurso presidencial. Su presencia, cargada de simbolismo, añadió un matiz político a la protesta.
"Queremos algo que permita a los inmigrantes que respetan la ley, que pagan impuestos, que tienen buenos trabajos y familias, tener la oportunidad de alcanzar el sueño americano," afirmó García, enfatizando el objetivo central de la marcha: la reforma migratoria. No se trataba solo de una protesta, sino de una exigencia de justicia y equidad.
Más allá de los números y las figuras públicas, la marcha representó la voz de miles de individuos, como Lea Landaverde, una estadounidense de primera generación, quien expresó: "Defender mis derechos, no sólo como salvadoreño sino como estadounidense, es muy importante para mí". Sus palabras encapsulan la esencia de la lucha: la defensa de los derechos humanos y la búsqueda del sueño americano en un contexto político complejo.
El Juez del condado de Dallas, Clay Jenkins, también participó, instando a los inmigrantes a conocer sus derechos y a buscar apoyo comunitario. La marcha se convirtió en un espacio de encuentro, de solidaridad y de esperanza, un recordatorio de la fuerza colectiva y la persistencia de la lucha por un futuro más justo e inclusivo.
La jornada terminó con una sensación ambivalente. La magnitud de la asistencia real, más allá de las cifras oficiales, quedó en suspenso. Pero la fuerza de la manifestación, el mensaje de unidad y la perseverancia en la búsqueda de una reforma migratoria justa, resonaron con fuerza en las calles de Dallas.