Detrás de este relato institucional hay una historia humana que contrasta radicalmente con la versión gubernamental. José Martínez, un inmigrante mexicano con 23 años de residencia en EU, iba acompañado de su hijo y yerno -ambos ciudadanos estadounidenses- cuando ocurrió el altercado. En declaraciones a la Coalición Inland para la Justicia de los Inmigrantes, la familia describió una escena de terror:
- Vehículo rodeado por agentes no identificados
- Ventanilla rota a la fuerza
- Disparos contra el auto en movimiento
El Departamento de Policía de
San Bernardino confirmó haber recibido
una llamada de auxilio donde Martínez reportaba que
"hombres enmascarados" lo habían atacado. La peculiaridad legal surgió cuando, tras acudir al domicilio familiar, los oficiales locales
no pudieron intervenir debido a las restricciones que impone California a la colaboración policial en casos migratorios.
Mientras las autoridades federales insisten en que actuaron "en legítima defensa" tras el atropello de dos agentes, organizaciones civiles señalan inconsistencias:
- No hay registro de heridos entre los oficiales
- El vehículo presenta impactos de bala laterales
- La familia niega haber embestido a los agentes
Este caso ocurre en medio de crecientes tensiones entre las políticas migratorias federales y las
ciudades santuario de
California, donde las autoridades locales tienen prohibido usar recursos para aplicar leyes de
inmigración. Mientras el
DHS presiona por mayor colaboración, casos como el de la familia Martínez exponen el
costo humano de este forcejeo político.
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