El incidente, que comenzó como una discusión entre un hombre de 30 a 35 años y sus familiares, escaló rápidamente a la violencia. Testigos y víctimas relataron que el agresor, aparentemente bajo los efectos de estupefacientes, discutió con tres mujeres y un hombre, todos miembros de su familia. La situación se volvió crítica cuando, en un acto de furia, el hombre tomó una botella con ácido y la arrojó sobre sus familiares.
Las víctimas fueron atacadas principalmente en los brazos, el pecho y el rostro. Afortunadamente, lograron evitar lesiones profundas en la piel, pero las quemaduras por ácido requirieron atención médica inmediata. La rápida acción de un vecino, que llamó al número de emergencia "911", permitió la llegada de la policía al lugar de los hechos. El agresor fue capturado y puesto a disposición del Ministerio Público para iniciar el proceso legal correspondiente. Las víctimas, por su parte, fueron trasladadas a un hospital privado para recibir tratamiento especializado.
Este tipo de ataques con ácido o sustancias corrosivas se han vuelto más frecuentes en México. El estado de Jalisco ha tomado medidas contundentes para combatir esta forma de violencia, implementando leyes específicas que castigan con severidad este tipo de agresiones. Las reformas al Código Penal estatal, aprobadas recientemente, buscan proteger a las víctimas y dar una respuesta firme a los agresores.
En Jalisco, los ataques con ácido se consideran un delito grave, con penas que van de los 2 a los 20 años de prisión, dependiendo de la gravedad de las lesiones. Si el vínculo entre el agresor y la víctima es familiar o cercano, como en este caso, las penas pueden ser aún más severas.
El uso de ácido en agresiones no solo causa daños físicos inmediatos, sino que también deja cicatrices psicológicas profundas. Las sustancias corrosivas pueden penetrar la piel, afectando músculos y huesos, lo que requiere tratamientos médicos especializados y largos.