Hospitales y centros médicos, donde la vida se lucha por ser salvada, ahora son escenarios de miedo e incertidumbre para el personal médico. Las noticias recientes de ataques en hospitales de Culiacán han generado un clima de terror entre los trabajadores del sector salud. Sofía, una enfermera que prefiere guardar su identidad por miedo a represalias, describe la situación como un calvario. "Salir de casa con el uniforme puesto es como una sentencia de muerte", confiesa. El miedo no solo se vive dentro del hospital, sino también en las calles, convirtiendo cada viaje al trabajo en un riesgo.
La situación se ha tornado crítica. El Hospital General de Culiacán, epicentro de la violencia, se ha convertido en una zona de guerra. Personal médico relata la escalofriante experiencia del pasado domingo 20 de octubre, cuando un paciente herido fue atacado por personas armadas que irrumpieron en el hospital. La víctima, un civil que ingresó herido una noche antes, fue alcanzada por dos disparos dentro mismo del nosocomio.
La seguridad del personal médico se ha convertido en una prioridad. El secretario de Salud, Cuitláhuac González Galindo, ha anunciado medidas para mejorar la seguridad en los hospitales, incluyendo vigilancia policial, control de acceso restringido y detectores de metales. A pesar de estas medidas, la sensación de inseguridad persiste.
La violencia no solo afecta al personal médico, sino también a los medios de comunicación. El periódico El Debate fue víctima de un ataque armado el pasado 18 de octubre. Estos hechos reflejan la profunda crisis de seguridad que atraviesa el estado, donde la vida parece estar bajo constante amenaza.