Resulta que según datos de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud, durante la temporada otoño-invierno, las infecciones respiratorias agudas (IRAs) como COVID-19, faringitis, bronconeumonías y neumonías, experimentan un alarmante aumento del 37% en comparación con las estaciones más cálidas. Hablamos de cifras impactantes: en 2023, se registraron 10.7 millones de casos.
Pero, ¿a qué se debe este incremento? El Dr. Mauricio Rodríguez, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, nos da algunas pistas. No se trata solo del frío. El aire seco del invierno disminuye la humedad ambiental, debilitando la barrera protectora de la mucosidad en nuestro tracto respiratorio. Esto facilita la entrada de virus y bacterias.
Además, las bajas temperaturas afectan el funcionamiento de los cilios, diminutas estructuras que expulsan los patógenos. Con su actividad reducida, las infecciones tienen vía libre. El doctor Rodríguez agrega que el esfuerzo del cuerpo por mantener la temperatura corporal puede llevar a deshidratación, reduciendo las defensas naturales de nariz y garganta.
Las condiciones socio-conductuales también juegan un papel crucial. Las festividades decembrinas implican reuniones en espacios cerrados y poco ventilados, convirtiéndose en focos de contagio. "Al haber más personas enfermas, el riesgo de contagios aumenta proporcionalmente", afirma el experto.
Entonces, ¿cómo protegernos? Aquí algunas recomendaciones:
- Mantenerse hidratado: Beber abundante agua.
- Ventilar los espacios: Permitir la circulación del aire, incluso en días fríos.
- Descansar adecuadamente: El sueño es fundamental para un sistema inmune fuerte.
- Higiene personal: Lavado frecuente de manos, cubrirse al toser o estornudar y uso de cubrebocas si se está enfermo.
- Proteger a los más vulnerables: Niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas necesitan atención especial.
Finalmente, es importante recordar que ante síntomas como fiebre, cansancio extremo, dificultad para respirar o coloración azulada en labios y dedos, se debe buscar atención médica inmediata. Evitar la automedicación, sobre todo con antibióticos, es crucial para prevenir la resistencia bacteriana. Las vacunas son importantes, pero no reemplazan las medidas preventivas.