El 1 de enero de 2025, la Policía de Investigación del Delito, siguiendo una orden judicial, detuvo a una mujer acusada de fraude genérico maquinado. El monto del desfalco supera los 3 millones de pesos, afectando a 11 personas que confiaron en sus promesas.
La detenida, cuyo nombre no se ha revelado públicamente aún por la Fiscalía General de Justicia de Querétaro, operaba bajo una estrategia de engaño meticulosa. "Ofrecía la gestión de visas estadounidenses sin realizar ningún trámite oficial ante la Embajada", indica el comunicado oficial de la Fiscalía. Esta promesa, aparentemente irresistible para quienes buscan emigrar a Estados Unidos, era el anzuelo para captar a sus víctimas.
Las víctimas, todas residentes de Cadereyta, pagaron sumas considerables, que fluctuaban entre 40 mil y más de 100 mil pesos, motivadas por el anhelo de reunirse con familiares o encontrar mejores oportunidades laborales en el país vecino. Se les aseguró que podrían obtener la visa sin las engorrosas entrevistas consulares, una promesa que, en retrospectiva, resulta demasiado buena para ser verdad.
La investigación detalla cómo la estafadora se aprovechó de las esperanzas y los sueños de estas familias. "Depositaron sus ahorros, sus esperanzas de una vida mejor, en manos de quien resultó ser una estafadora", relató un agente de la Fiscalía involucrado en el caso, bajo condición de anonimato. El engaño se prolongó por meses, hasta que la falta de respuesta y la imposibilidad de contactar a la mujer desencadenó las denuncias ante el Ministerio Público.
La Fiscalía, tras integrar las denuncias y reunir la evidencia necesaria, logró obtener la orden de aprehensión. La acusada se enfrenta ahora a la justicia y su situación jurídica se definirá próximamente. El caso sirve como un recordatorio crucial sobre la importancia de utilizar canales oficiales para realizar cualquier tipo de trámite migratorio.
El impacto de este fraude trasciende lo económico; el daño emocional sufrido por las víctimas es un elemento crucial que la investigación deberá considerar. La esperanza truncada y la pérdida de confianza en los sistemas de apoyo son secuelas que perduran mucho después de la recuperación financiera.