Datos oficiales de la Unidad de Política Migratoria del Gobierno mexicano revelan una cifra impactante: 335 migrantes irregulares de Rusia fueron detectados entre enero y agosto de 2024. Este número representa un aumento interanual del 64%, dentro de un contexto general de más de 925,000 migrantes irregulares de todas las nacionalidades.
En Tapachula, Chiapas, la historia de Tajir, un ex miembro de las Fuerzas Especiales Rusas, ilustra la complejidad de esta migración. “Serví en las fuerzas especiales hace 14 años y no quiero participar en la guerra contra Ucrania…Si la guerra terminara, regresaría,” cuenta Tajir a la agencia EFE. Su huida lo llevó a través de Kazajistán, Kirguistán y Argentina, antes de llegar a México, donde busca asilo y la oportunidad de trabajar como profesor de Física-Matemática. Actualmente, mientras perfecciona su español cantando tres veces por semana, espera una respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), que hasta el momento ha rechazado su solicitud.
Pero la narrativa de la migración rusa en México no se limita a los que escapan del conflicto bélico. Casa Frida, una organización que apoya a migrantes LGBTI, ha observado un “aumento exponencial” en la llegada de ciudadanos rusos desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022. Cristian Andrade, consultor de la institución, destaca que: “Hemos detectado que, principalmente, estas personas salen a raíz del recrudecimiento de la violencia (hacia este colectivo)."
El testimonio de Anatoly, quien escapó de San Petersburgo a finales de 2022, refleja esta realidad. Después de dos semanas en Casa Frida, ahora trabaja como traductor voluntario y cuenta con un visado de residente temporal. Su experiencia contrasta con la de muchos otros rusos que ven a México como un punto de tránsito hacia Estados Unidos, “Están asustados de quedarse en México porque se habla español y no quieren estudiarlo,” afirma Anatoly. Su visión del futuro es optimista: “Voy a ser chilango,” bromea, proyectando una vida “más interesante” y un pasaporte mexicano en sus planes a cinco años.
Las historias de Tajir y Anatoly, entre muchas otras, pintan un panorama diverso y complejo de la migración rusa a México, un reflejo de las diferentes razones que impulsan a estas personas a buscar refugio y nuevas oportunidades en este país.