Este tipo de sucesos, que parecen sacados de una película, desafortunadamente, son cada vez más frecuentes. El miércoles 8 de enero, esa calma se quebró en el panteón comunitario de Viborillas de Hidalgo, en Chietla. No fue un sismo, ni una tormenta, sino una ráfaga de balas la que interrumpió el último adiós a Víctor R., un despachador de gasolinera fallecido el 30 de diciembre tras un accidente de motocicleta.
Mientras familiares y amigos se preparaban para colocar la cruz en la tumba, dos hombres armados irrumpieron en el cementerio. "Fue cuestión de segundos," recuerda un testigo, aún conmocionado. "Dispararon contra cinco hombres que estaban cerca de la fosa." Los atacantes, con armas largas, se esfumaron sin dejar rastro. La escena: caos, gritos, y un saldo desgarrador.
Cuatro hombres perdieron la vida: Julio N. (58 años), Cirilo N. (55 años), Rafael N. (63 años) y Martín N. (45 años), todos originarios de Cofradía y San Nicolás Tenexcalco. Un quinto, Artemio N., resultó herido en un brazo, su estado de salud, afortunadamente, estable.
La violencia no se limita a este trágico suceso. El 5 de enero, otro hombre perdió la vida a tiros mientras conducía su motocicleta. El 15 de noviembre, Manuel Gil García, exalcalde de Tepeojuma, fue asesinado en su refaccionaria. Y en octubre de 2023, se encontraron los cuerpos de dos hombres y una mujer en circunstancias violentas en otras comunidades de Chietla. Esta escalada de violencia ha generado un clima de miedo e incertidumbre en la región.
Tras el ataque al panteón, la respuesta de las autoridades fue inmediata. Elementos de la Policía Municipal y Estatal acordonaron la zona, la Fiscalía General del Estado de Puebla inició las investigaciones y el Ejército Mexicano y la Marina reforzaron la seguridad con sobrevuelos en helicóptero. La búsqueda de los responsables continúa, en un contexto de creciente preocupación por la seguridad en la región Mixteca de Puebla.
Los detalles de la investigación permanecen bajo reserva, pero la sombra de la violencia persiste, recordando a los habitantes de Chietla la fragilidad de la vida y la urgencia de encontrar soluciones para la creciente inseguridad que afecta a sus comunidades.