En la Central Nueva de Autobuses de Tlaquepaque, Jalisco, la noche del jueves 9 de enero, la rutina se interrumpió. Un reporte de seguridad privada alertó a las autoridades sobre un pequeño viajero, un niño de tan solo nueve años, Ramón "N", que intentaba abordar un autobús con destino a Culiacán, Sinaloa.
Según el reporte policial, "el menor informó que deseaba llegar con sus padres, ya que actualmente vive con una tía en la zona metropolitana de Guadalajara". Un viaje largo, solitario y potencialmente peligroso para un niño tan pequeño. La distancia entre Jalisco y Sinaloa no es un detalle menor; representa cientos de kilómetros y varias horas de recorrido.
La Policía de Tlaquepaque intervino de inmediato. Personal de la Unidad de Violencia Familiar y de Género (UVI) acudió al lugar para brindar atención al menor. Servicios Médicos Municipales revisó a Ramón, confirmando que se encontraba en buen estado de salud, afortunadamente sin lesiones físicas.
Después de la evaluación médica, Ramón fue llevado al Centro de Atención de Niñas, Niños y Adolescentes de Tlaquepaque (CANNAT). Allí permanecerá bajo cuidado y protección hasta que se logre localizar a sus padres y se determine la mejor forma de asegurar su bienestar.
La historia de Ramón nos recuerda la importancia de la familia y el impacto que la separación puede tener en los más pequeños. Un viaje tan audaz, impulsado por el deseo de reunirse con sus seres queridos, refleja la fuerza del vínculo parental y la necesidad de proteger a los niños en situaciones vulnerables.