Una llamada al 911 alertaba sobre un incendio cerca de la rampa José María Morelos. La respuesta fue inmediata: un equipo de aproximadamente veinte bomberos se movilizó rápidamente hacia el punto de emergencia.
Al llegar, se encontraron con un panorama complicado. Las llamas ya habían alcanzado varias viviendas, con el riesgo latente de que el fuego se propagara aún más debido a las fuertes ráfagas de viento. La Dirección de Bomberos de Tijuana, en un reporte preliminar, estimaba 12 viviendas afectadas. Sin embargo, "el dato podría actualizarse," advirtieron, ya que 90 minutos después del primer reporte el incendio seguía activo, consumiendo implacablemente lo que encontraba a su paso.
Los bomberos lucharon contra el fuego, con la dificultad adicional de controlar las llamas que se extendían rápidamente avivadas por las fuertes ráfagas. Detalles sobre las causas del incendio, así como el estado de los residentes afectados, todavía se están investigando. La magnitud del siniestro y la rapidez con la que se propagó destacan la vulnerabilidad de ciertas zonas ante este tipo de eventos.
Mientras las labores de los bomberos continuaban, la comunidad se mantenía a la expectativa, consciente de la amenaza que representaba la combinación de las condiciones climáticas adversas y la velocidad con la que se expandía el incendio. La incertidumbre reinaba en el aire, envuelta en el humo y el calor que emanaban de las llamas.