Se trata de un asunto que nos recuerda la fragilidad de la seguridad en nuestras carreteras, y la compleja relación entre la ciudadanía y las autoridades. La madrugada del 22 de enero, en el kilómetro 13 de la autopista Puebla-Atlixco, un grupo armado perpetró un asalto masivo a al menos 12 vehículos. La Secretaría de Seguridad Pública del Estado confirmó la recepción de llamadas al 911 y el despliegue de unidades al lugar, aunque los delincuentes ya habían escapado. A pesar de la rápida respuesta, la situación plantea interrogantes sobre la eficacia de las medidas de seguridad en la zona.
“Lo que pasa es que un amigo me marcó, que se había ponchado en la carretera…”, relata una víctima, en una entrevista concedida a Hechos AM con Otoniel Martínez, Vaitiare Mateos y Leo Arriaga. Este hombre, quien prefirió el anonimato por temor a represalias, describió una escena de terror: una emboscada, una persecución a tiros y un escape desesperado entre la oscuridad.
El relato detalla cómo, al intentar auxiliar a un amigo con problemas mecánicos, él y su compañero fueron sorprendidos por los asaltantes. Fueron amenazados con armas de fuego, despojados de sus pertenencias y, en su intento por huir, fue perseguido a balazos. “Me echo a correr… me empieza a tirar balazos… corrí hacia el sentido del carril de la carretera hacia Puebla… me metí entre las milpas,” recuerda con escalofríos.
Finalmente, tras esconderse entre las milpas, la llegada de una patrulla le permitió pedir ayuda. Si bien la respuesta policial fue inmediata en este caso particular, la experiencia deja al descubierto la vulnerabilidad de los automovilistas en esta zona. El relato concluye con la intención de iniciar el proceso de denuncia, a pesar del temor a las consecuencias. Las autoridades enfrentan el reto de investigar los hechos y garantizar la seguridad de los usuarios de la autopista Puebla-Atlixco, un desafío que trasciende el caso individual y refleja una problemática mayor.
El suceso ha dejado tras de sí un vacío de denuncias formales. A pesar de la viralización del hecho en redes sociales y la atención mediática, prevalece un silencio que habla de un miedo profundo. Las víctimas, en su mayoría, no han formalizado sus denuncias por temor a represalias, generando un obstáculo en la investigación y la búsqueda de justicia.