Mujeres no se dejan vencer por discapacidad

La primera tiene una hija con parálisis cerebral, y la segunda, es ella quien sufre de ceguera, mientras su hija corre el riesgo de perder la vista

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Nogales, Son.

La primera tiene una hija con parálisis cerebral, y la segunda, es ella quien sufre de ceguera, mientras su hija corre el riesgo de perder la vista.
Cecilia Rodríguez Plasencia y Teresita de Jesús Cota conocen lo que es vivir con discapacidad, y tener que salir diariamente a la calle en busca del sustento para sus hijas, solo que la viven de diferente manera: la primera tiene una hija con parálisis cerebral, y la segunda, es ella quien sufre de ceguera, mientras su hija corre el riesgo de perder la vista.
La discapacidad en ambos casos las lleva a esforzarse aún más,  a no detenerse, a no flaquear, a estar fuertes para sacar adelante a sus hijas. Aquí un pequeño homenaje a estas dos mujeres que son madres y trabajadoras, y que tienen algo más que la discapacidad en común, tienen como motor el amor a los suyos.

La historia de Cecilia Rodríguez
Cecilia Rodríguez Plasencia tiene 25 años y es una mujer que lucha día a día por el bienestar propio, pero sobre todo el de su pequeña de 4 años, María Guadalupe, quien tiene parálisis cerebral.
Trabaja como secretaria en la Asociación Down, terminó la preparatoria y a los 21 años tuvo a su pequeña, pero una negligencia médica al momento del parto le trajo secuelas.
Narra que el proceso de su parto fue normal, sin embargo no fue atendida a tiempo por una doctora de guardia del Hospital General, lo que le trajo serias complicaciones. Tuvo que ser trasladada al Hospital Infantil del Estado de Sonora, en Hermosillo, donde se convulsionaba y fue inducida a coma para lograr estabilizarla. Después de un mes salió en brazos con su hija.
María Guadalupe fue dada de alta y se sentía feliz y temerosa por ser mamá primeriza. Empezó a notar algunas cosas anormales en su pequeña, una de ellas, que no succionaba y no podía tomar su biberón, por lo que alimentó a la bebé con una jeringa, como lo hacían en el hospital.
La llevó a terapias, pero no funcionaron, semanas después fue a Hermosillo a una revisión de rutina y su hermana, quien tiene una hija con síndrome Down, la acompañó.
Fue ese día cuando le dijo el doctor que a consecuencia del parto su hija tenía parálisis cerebral infantil.
Yo solo escuché y lo tomé normal, no sabía lo que era la enfermedad, mi hermana me alentó y me dijo que todo estaría bien y que con ayuda de todos saldríamos adelante, pero yo no entendía lo que era la enfermedad”, dijo Cecilia.
Pasaron los días y seguía sin aceptarlo, sin saber, llevaba a su hija a terapias, estaba muy delgada, pues no aprovechaba los alimentos, era poca la leche que tomaba con la jeringa.
Fue necesario que la operaran y le pusieran una sonda para alimentarla, para ese entonces la niña recibía terapias en el CRIT de Hermosillo.
‘Era difícil ver a los niños con discapacidad y me dolía porque yo no quería ver a mi hija a sí, yo quería ver a mi hija normal, como los otros niños y me preguntaba por qué a mí, por qué mi hija”.
Los psicólogos del lugar la ayudaron a aceptar y asimilar la condición de la niña y a darse cuenta que María Guadalupe la necesitaba fuerte.
Con la operación a la que fue sometida la bebé y a otras dos más ya no pudo continuar con las terapias en el CRIT, pero Cecilia siguió luchando por atender a su niña.
María recibió una beca para equinoterapia  y avanzó mucho, pero ésta ya se le venció.
‘Aparte de mi familia, no conozco quién me pueda ayudar con mi hija, es por ello que tengo que seguir trabajando para poder darle lo mejor y poder seguir atendiéndola. María Guadalupe es mi vida, mi razón de ser, de existir, de luchar y por ella seguiré trabajando para darle lo mejor, la amo con todo mi corazón’, expresó.
Cecilia juntó a su papás Cecilia y Guadalupe Rodríguez y su hermana Laura luchan día a día para darle lo mejor a María Guadalupe.

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