La historia de Wanda Johnson, una madre de Phoenix, Arizona, es un recordatorio escalofriante de la fragilidad de la vida. La tragedia se desencadenó cuando su hija de tres meses, en marzo de 2024, sufrió una serie de convulsiones que culminaron en su muerte.
La investigación reveló una serie de lesiones, incluyendo un derrame cerebral, inflamación del cerebro, múltiples fracturas de costillas, laceraciones en el hígado y otras lesiones internas. La autopsia reveló la causa: lesiones contundentes en la cabeza y el pecho.
Johnson inicialmente negó haber causado las heridas, pero durante una entrevista posterior, admitió haber presionado a su hija y "quebrado su espalda". Las autoridades describen el acto como una cruel práctica "popular" entre algunos padres, a pesar de ser altamente peligrosa.
"Wanda demostró cómo quebró la espalda de su bebé usando una muñeca de bebé", se lee en los documentos de la corte. "Wanda se levantó y sostuvo la muñeca con ambos brazos envueltos alrededor del torso, apretó para poner algo de presión en la columna vertebral e hizo un movimiento de compresión y sacudida hacia abajo con la muñeca. Wanda declaró que la espalda del bebé no se quebró la primera vez, lo que la llevó a hacerlo una segunda vez".
La escena es impactante y difícil de procesar. El testimonio de Johnson revela un acto de desesperación, ignorancia o quizás, un intento de aliviar el dolor de su hija. Sin embargo, la consecuencia fue catastrófica.