La noche más divertida y tenebrosa en ambos lados de la frontera se vivió el pasado 31 de octubre, donde personajes salidos de mundos fantásticos, de sagas de terror y del producto de la imaginación invadieron las calles.
Cientos de niños y adultos disfrutaron la noche de Halloween, de casa en casa adornada pedían dulces con sus calabazas o bolsas en la mano.
Pero no en todas las casas los niños querían entrar, pues algunas daban verdadero miedo, tal es el caso de la vivienda de los hermanos Heydi y Danilo, que es ya una tradición terrorífica en la calle Pajarito en Nogales, Arizona, y en la cual parte de su decoración se inspiró con hechos reales de violencia.
Empezamos hace algunos años, con la temática de que en el otro lado todo estaba muy feo, con muchos muertos y pues dijimos ´vamos a hacer esos monos envueltos, entamalados, comparte Heydi.Y pese a lo sombrío de la temática, los niños preguntan a los moradores de la vivienda desde meses atrás si habrá decoración.
En septiembre los niños están preguntando si vamos a adornar, desde septiembre, cuando se bajan del camión, cuando caminan, le preguntan a mi mamá: ‘¿Señora, ya van a adornar para Halloween?’, refiere la hermana.
Y si bien los hermanos asustan a algunos, también buscan que los niños lo disfruten, como ellos lo disfrutan.
Danilo, pese a su perturbador disfraz, recuerda con nostalgia los años pasados, cuando él era un infante y recorría las calles del centro de Nogales, Arizona, pidiendo dulces. Cada año viaja desde Tucson para alegrar y retribuir con los demás lo bien que la pasaba, aunque dé miedo.
Los hermanos comparten que en ocasiones a los niños les da miedo el lugar y no se acercan y ellos se quedan con varias bolsas de dulces sin poder entregar.
A la misma vez es como ¡qué mala onda que nos quedamos con muchos dulces! Pero a la otra es, así como que ¡wow, asustamos a todos los niños! Nos quedamos con muchos dulces, comenta Heydi y remata Danilo diciendo entre risas malévolas que es toda una satisfacción.Los hermanos contaron que, al inicio de estos ya 10 años de tradición, cuando pusieron por primera vez los muñecos colgando, hubo quien les dejara un rosario, o bien, que agentes policiacos acudieran a verificar qué pasaba ahí.