En Arizona, la historia de un hombre de 69 años, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, ejemplifica esta imprevisibilidad. Diagnóstico previo de cirrosis, se sometió a un trasplante de hígado en 2019 para combatir la enfermedad. La cirugía, en apariencia exitosa, marcó el inicio de una cadena de eventos desafortunados.
Meses después del trasplante, se detectó un cáncer agresivo y avanzado. “Claramente diferente” a su cirrosis inicial, según los resultados de la biopsia. Tras un análisis exhaustivo de los resultados de laboratorio, la conclusión fue impactante: el cáncer se originó en el donante.
El donante, un hombre de 50 años con antecedentes de tabaquismo, pero sin historial de tumores o cáncer de pulmón, pasó todas las pruebas previas a la donación. Irónicamente, los tumores se limitaron al nuevo hígado trasplantado, un hecho que resalta la rareza del caso. A pesar de que se le diagnosticó cáncer de pulmón al receptor, el desarrollo tumoral se mantuvo confinado en el órgano trasplantado.
El paciente recibió quimioterapia, con una aparente estabilización inicial. Sin embargo, una exploración posterior reveló la progresión de la enfermedad, superando el efecto del tratamiento. Aproximadamente seis meses después del trasplante, el hombre falleció.
La incidencia de este tipo de casos es extremadamente baja. No existen estadísticas precisas, solo unos pocos reportes aislados en la literatura médica. Un informe de 2013 menciona otros tipos de cánceres transmitidos de donante a receptor, incluyendo:
- Cáncer de mama
- Cáncer de colon
- Cáncer de hígado
- Melanoma
- Cáncer de ovario
- Cáncer de próstata
- Cáncer renal
Este caso resalta la complejidad del proceso de trasplante de órganos y la importancia de la investigación continua en este campo.
El suceso resalta la intrincada red de factores que influyen en la salud humana, dejando una huella de reflexión sobre los límites del conocimiento médico y la impredecibilidad de la vida.