En el corazón de Arizona, en las instalaciones de la Fundación Alcor Life Extension, se encuentra un escenario peculiar. Desde 1972, esta organización ha custodiado 232 cuerpos, sometidos a un proceso de criopreservación con la esperanza de un futuro renacimiento. Entre ellos, se encuentra la historia conmovedora de Matheryn, una niña de tres años que falleció a causa de un cáncer cerebral, la paciente más joven de Alcor.
Pero, ¿qué implica exactamente la criogenización? Se trata de un proceso complejo que comienza con la rápida estabilización del cuerpo tras la muerte. Un equipo médico altamente especializado viaja a cualquier parte del mundo para iniciar el procedimiento, que incluye la sustitución de los fluidos corporales por sustancias químicas crioprotectoras. “Queremos enfriar tu cuerpo de manera uniforme, manteniendo tu sistema circulatorio abierto, aunque estés muerto”, explica James Arrowood, miembro de la fundación.
Posteriormente, el cuerpo, o en algunos casos, solo la cabeza, es sumergido en nitrógeno líquido a -196 grados Celsius. En Alcor, el proceso es meticuloso: se conectan 22 sustancias protectoras al cuerpo a través de un circuito especial diseñado para minimizar el daño celular durante la congelación. Además de humanos, Alcor también preserva mascotas y animales en peligro de extinción, abriendo la puerta a futuras posibilidades en la conservación de especies.
A pesar del optimismo que rodea a la criogenización, la resurrección sigue siendo un horizonte lejano. “Muchas personas tienen la esperanza de que esta investigación y la ciencia resuciten a algún miembro de su familia que está aquí en Alcor, pero no podemos hacer ninguna promesa sobre este posible resurgimiento”, afirma Arrowood. La técnica se enfrenta a importantes desafíos científicos, legales y éticos, ya que la reversión del daño celular provocado por la criogenización representa un obstáculo considerable. Más de 1,500 personas han firmado contratos para la criopreservación, una cifra que refleja la fascinación y la esperanza, pero también la incertidumbre que rodea a esta tecnología de vanguardia.
Más allá de los aspectos técnicos, la criogenización plantea profundas preguntas sobre la vida, la muerte y la naturaleza misma de la existencia humana, abriendo un debate que seguramente continuará dando mucho de qué hablar en el futuro.