La Dra. Nina Shah, neumóloga y directora médica de HonorHealth en Arizona, nos ofrece una perspectiva crucial sobre los efectos del humo de los incendios forestales, un tema que impacta directamente a la población mexicana, aunque a veces de manera indirecta. “El humo de los incendios forestales, cuando se inhala, puede alojarse en los recovecos de los pulmones, entrar en contacto con la sangre y atravesar el cuerpo,” explica la Dra. Shah.
Su advertencia va más allá de una simple recomendación. La especialista destaca los riesgos para grupos vulnerables: personas mayores, embarazadas y quienes sufren enfermedades crónicas. Para ellos, la exposición al humo puede agravar afecciones preexistentes como el asma, desencadenando sibilancias y otros síntomas respiratorios. Pero la problemática se extiende mucho más allá.
“Vemos un aumento instantáneo en las tasas de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares cuando las personas se exponen a grandes cantidades de humo”, afirma la Dra. Shah, subrayando el impacto cardiovascular de estas partículas tóxicas. La inflamación sistémica generada por la inhalación de estos contaminantes puede afectar diversos órganos, con consecuencias a corto y largo plazo. La Dra. Shah incluso menciona la posibilidad de daños orgánicos y muerte prematura en casos de exposición prolongada o severa.
Ante esta realidad, la preparación se vuelve esencial. La especialista aconseja tener a la mano un botiquín con medicinas para 7 a 10 días en caso de evacuación por incendios forestales cercanos. Además, recomienda:
- Mantener el aire acondicionado encendido.
- Utilizar purificadores de aire.
- Contar con mascarillas KN95 o N95, no solo para adultos, sino también para niños y personas con enfermedades crónicas.
El aire que respiramos, un elemento muchas veces invisible, se revela como un factor crucial para nuestro bienestar, especialmente en un contexto de eventos ambientales cada vez más extremos.