Throne and Liberty promete ser una experiencia épica. Me sumerjo en el mundo del juego, listo para descubrir una historia que promete cautivarme. Pero algo no anda bien.
La intro, que debería ser una puerta de entrada al mundo, se convierte en una nebulosa de información contradictoria. Una voz en off narra la historia de una diosa destructiva fragmentada, pero los subtítulos muestran una versión diferente. ¿Es ella una amenaza o una fuente de poder? La respuesta se pierde en el vacío.
El creador de personajes, al menos, es divertido. Ajusto los detalles de mi avatar con precisión milimétrica, desde el tamaño de las glándulas lagrimales hasta el brillo de su piel. Una vez creada, me lanzo a un tutorial lleno de combates deslumbrantes, pero sin una lógica aparente. El juego me anima a despertar el poder de mi "Fragmento Estelar", lo que se traduce en una transformación en lobo.
La incoherencia del juego se extiende como una mancha de tinta. El diálogo es confuso, las misiones carecen de sentido y la historia parece un revoltijo de clichés. El mundo de Throne and Liberty es un festín visual. Árboles gigantes que se fusionan con montañas, ballenas voladoras con colmillos de cristal, paisajes fantásticos que te transportan a otro mundo. Pero la belleza se ve empañada por la falta de coherencia en el guion.
El tutorial culmina con una batalla contra un rey orco, cuyo punto débil, como era de esperar, es su ojo. Lo derroto, pero la satisfacción se ve opacada por la siguiente revelación: mi Fragmento Estelar es una bomba de relojería que podría causar una masacre.
Finalizado el tutorial, me uno a una multitud de jugadores, todos con sus Fragmentos Estelares recién descubiertos. Los servidores no aguantan la avalancha de usuarios y el juego se congela. Solo puedo suspirar: "Este es un videojuego de spaghetti".
Un conjunto de elementos sin un orden preestablecido, una mezcla de ingredientes que no logran armonizar. Una pena, porque Throne and Liberty tenía el potencial de ser un gran MMO, pero la mala localización y la narrativa confusa lo convierten en una experiencia decepcionante.