Mientras nosotros nos acomodamos a la nueva hora, nuestros perros y gatos se aferran a sus relojes biológicos, y la repentina alteración en sus rutinas puede generarles confusión y malestar.
Un experto en ritmos circadianos, el Dr. Jeffrey Kelu, del King’s College London, explica que las mascotas no entienden el concepto de horario de verano y dependen de la constancia de nuestros horarios para sus comidas, paseos y tiempos de descanso. Su reloj interno, sincronizado con los ciclos naturales de luz y oscuridad, se ve afectado por el cambio brusco, lo que puede llevar a que nuestras mascotas se despierten antes de lo habitual para su paseo matutino o se vuelvan más insistentes a la hora de la comida.
"La sincronización de los ritmos circadianos controla comportamientos como dormir, buscar alimento y cazar", explica el Dr. Kelu. "Los animales domesticados, sin embargo, dependen en gran medida de las señales sociales, como la interacción con sus dueños, para ajustar sus relojes internos."
El Dr. Kelu recomienda, para evitar problemas como ansiedad o incluso problemas digestivos, comenzar a ajustar gradualmente las rutinas de nuestras mascotas una semana antes del cambio de hora, adelantando o retrasando sus horarios de alimentación y ejercicio en 10 a 15 minutos cada día, según el cambio de hora. "La paciencia y la comprensión son claves", añade el Dr. Kelu, "ya que nuestras mascotas pueden tardar un par de días o más en adaptarse completamente al nuevo horario, similar a como recuperamos el ritmo después de un viaje largo".
El cambio de hora no solo afecta a nuestras mascotas; la vida silvestre urbana también se ve impactada. Un estudio realizado en Estados Unidos descubrió que el cambio de hora en otoño aumenta el riesgo de accidentes de tráfico con animales , ya que más conductores se encuentran en la carretera al atardecer, coincidiendo con la hora de mayor actividad para los animales, como los ciervos.
El Dr. Kelu recomienda a los conductores mantenerse vigilantes y cautelosos durante las horas de oscuridad, especialmente en otoño, ya que el riesgo de accidentes aumenta con las tardes más cortas. "Siendo conscientes de estos cambios, podemos proteger tanto a nosotros mismos como a la vida silvestre que comparte nuestro entorno", concluye.