NUEVA YORK
Dos juegos definen este día a los wildcard de ambas ligas, ¿es justo?.
La prueba de fuego para el nuevo formato de los playoffs de las Grandes Ligas ha llegado.
A vida o muerte en un solo juego, los Bravos de Atlanta reciben al atardecer del viernes a los Cardenales de San Luis en el duelo de comodines de la Liga Nacional. Por la Liga Americana, los Orioles de Baltimore visitan por la noche a los Rangers de Texas.
No hay margen de error, en esta especie de patíbulo concebido por el comisionado Bud Selig. Uno seguirá vivo para otro combate y el otro se despedirá sin miramientos.
Las posiciones son encontradas en torno a la mayor innovación de la postemporada desde que el wild card se estrenó en 1994 con la ampliación de dos a tres divisiones en cada liga.
¿Se puede imaginar que San Luis fulmine a los Bravos, equipo que acumuló seis victorias más que su rival? El retiro de Chipper Jones se haría realidad de inmediato. Y los vigentes campeones de la Serie Mundial, los Cardenales, se irían a casa.
“El que sea solo un juego es algo duro”, dijo Sandy Alomar Jr., el mánager de los Indios de Cleveland. “Imagínate que ganaste 100 juegos y terminaste segundo en la división y te toca un pitcher tremendo. Se acabó y eso en cierta forma no sería justo. Pero le pone mucha emoción”.
Otro aspecto, aunque será únicamente esta vez, es que en la siguiente ronda, con una serie corta de cinco partidos, los equipos con mejor récord en la temporada regular abrirán con dos compromisos fuera de casa. Puede ocurrir que el visitante caiga en esos dos y viaje de vuelta a su estadio con la soga en la cuello.