La corona de campeón, un símbolo de grandeza, ha pasado de mano en mano en los últimos años, con cada equipo luchando ferozmente por un lugar en el podio.
La dinastía, esa era dorada de dominio, se ha convertido en un concepto casi mitológico en la liga. Es difícil imaginar que una sola franquicia pueda reinar sobre la liga por mucho tiempo, ya que la competencia ha alcanzado niveles sin precedentes. Desde el 2017, seis equipos distintos han levantado el trofeo Larry O'Brien: Toronto, Los Angeles Lakers, Milwaukee, Golden State, Denver y, ahora, Boston.
“Es difícil. Es difícil de repetir”, dijo el entrenador de los Denver Nuggets, Michael Malone, después de su victoria en las Finales. “Es difícil ganar”. Malone tiene razón, y la historia reciente lo respalda. En un mundo donde la NBA se ha convertido en un juego de suma cero, donde cada victoria se gana a costa de la derrota de otro, la Era de la Paridad se ha establecido firmemente.
Las reglas del juego se han transformado con el actual acuerdo de negociación colectiva, que parece haber creado un entorno donde la estabilidad es casi un lujo. El acuerdo, que entró en vigor el año pasado, incluye dos barreras sobre la cifra del impuesto de lujo que dificultan la creación y el mantenimiento de rosters competitivos. Este sistema, aunque diseñado para promover la equidad, parece tener un efecto colateral no deseado: la dificultad de repetir campeonatos.
“No creo que nuestro sistema, por definición, impida repetir campeonatos”, dijo el comisionado de la NBA, Adam Silver. "Creo que, sí, lo hace menos probable, pero no era el fin. Creo que tiene que ver más con la igualdad de oportunidades”.
Las declaraciones de Silver reflejan la realidad de una liga en constante evolución. Mientras que la paridad ha traído consigo una emoción incomparable, también ha generado un panorama complejo donde la dinastía se ha convertido en un recuerdo. La NBA ha abrazado la incertidumbre, creando un emocionante espectáculo donde el campeonato se disputa con pasión en cada temporada.