El incidente ocurrió en la primera entrada, cuando el jardinero derecho de los Dodgers de Los Ángeles, Mookie Betts, intentó atrapar un elevado de Gleyber Torres. Saltó contra la pared del terreno de foul y, en un movimiento ágil, parecía haber controlado la pelota, sin embargo, un aficionado que se encontraba en la primera fila, con una camiseta gris de los Yankees, le arrebató la pelota del guante.
Este acto, motivado por la emoción del momento, tuvo un impacto significativo en el juego. El árbitro marcó inmediatamente interferencia de los fanáticos, dando por válido el turno al bate de Torres. La situación no era inédita, ya que en el Juego 1 de la Serie Mundial, Torres también había tenido un turno al bate afectado por la interferencia de los fanáticos.
La afición, en un momento de euforia, puede cruzar la línea de la deportividad. La pasión es un elemento fundamental del deporte, pero es necesario recordar que la integridad del juego es crucial. Los Dodgers, que se encuentran a un paso de su segundo título en cinco años, dominaron el partido gracias a un jonrón de dos carreras de Freddie Freeman en la parte alta de la primera entrada.