Las palabras de Mourinho, pronunciadas tras la victoria del Fenerbahçe sobre el Trabzonspor el pasado domingo, no han dejado indiferente a nadie. "La liga turca huele mal", sentenció, acusando a la federación de "sesgos" en contra de su equipo y asegurando que no habría aceptado el puesto si hubiera conocido la "verdadera realidad" de la liga.
Su arrebato, que incluyó una desafortunada caída de cara al césped tras una celebración efusiva, le ha costado caro. La Federación Turca de Fútbol no ha dudado en tomar medidas disciplinarias, suspendiéndolo un partido y multándolo con una cantidad considerable. La junta disciplinaria calificó sus comentarios de "antideportivos", criticando su cuestionamiento de la imparcialidad de los árbitros y otros oficiales del partido.
La situación es aún más tensa después de que Mourinho, en su primera temporada en el Fenerbahçe, reconociera que la liga turca no es atractiva para los aficionados internacionales. "¿Para qué deberían verla?", se preguntó, dejando entrever su desilusión con el nivel competitivo y la gestión del fútbol turco.
El impacto de las palabras de Mourinho es palpable. La Federación Turca de Fútbol ha reaccionado con firmeza, y el futuro del entrenador portugués en Turquía parece incierto. Mientras tanto, el Fenerbahçe, aún sin ganar el título de liga desde 2014, se encuentra a cinco puntos del líder, el Galatasaray, en un contexto convulso que amenaza con opacar la temporada del equipo.