La historia se repitió: Brasil, un gigante acostumbrado a pisotear, se vio frenado por la tenacidad de los locales.
La Canarinha, a pesar de tener el control del juego por largos pasajes, se topó con la solidez de un equipo que no se amedrentó. El primer gol llegó a los 43 minutos con un tiro libre de Raphinha, el nuevo ídolo del Barcelona, que se coló en la red tras rozar el poste. Un tanto que no logró disipar la presión brasileña.
"Procuramos jugar. Esto es característico de nuestro equipo", dijo Dorival Júnior, el seleccionador de Brasil, quien aseguró que su equipo mereció más, "intentó crear en todo momento" pero no pudo evitar el empate.
Un golpe de realidad llegó a los 41 segundos del segundo tiempo, con un disparo fulminante de Telasco Segovia, quien ingresó como suplente. La Vinotinto, sin tener un gran partido, igualó la pizarra y le quitó la sonrisa a los brasileños.
Brasil, en su búsqueda del triunfo, no estuvo libre de errores y sus intentos por desequilibrar a la Vinotinto se vieron frustrados. Un penal fallado por Vinicius Junior en el minuto 62, atajado de forma brillante por Rafael Romo, fue un golpe duro para la Canarinha, que se vio obligada a conformarse con el empate.
El resultado deja a Brasil con 17 puntos en 30 posibles, provisionalmente en el tercer puesto de las eliminatorias, mientras que Venezuela, la única selección sudamericana que nunca ha disputado un Mundial, se ubica en el séptimo lugar, en zona de repechaje.
La Vinotinto demostró que no se deja amedrentar por nadie, que se ha convertido en un hueso duro de roer para los grandes, y que sigue con la esperanza de volver a soñar con un boleto mundialista.