La Federación de Fútbol de Noruega ha sido una de las voces más críticas en este sentido. Su presidenta, Lise Klaveness, ha declarado que la FIFA ha hecho muy poco para proteger los derechos humanos en torno del certamen y que las propias directrices de la FIFA sobre derechos humanos y diligencia debida no han sido adecuadamente integradas en el proceso. Esto, según Klaveness, eleva el riesgo de violaciones a los derechos humanos.
La preocupación de Noruega se centra en el plan de construcción colosal de estadios, hoteles y sistemas de transporte que Arabia Saudí tiene previsto para la Copa del Mundo, lo que dependerá en gran medida del trabajo de los inmigrantes. Esto genera preocupaciones de que la FIFA está invitando a una repetición de los desafíos y muertes que enfrentaron trabajadores en Qatar durante los preparativos para albergar la edición de 2022.
La evaluación interna de la FIFA sobre la oferta saudí calificó el torneo como un riesgo elevado aunque con "oportunidades significativas para un impacto positivo en los derechos humanos". Sin embargo, algunos activistas consideran que esto no es más que un intento por encubrir los problemas reales.
La Federación de Fútbol de Suiza también ha expresado su preocupación por la falta de transparencia en el proceso y ha señalado que hay "vaguedad en ciertos puntos" de la estrategia saudí para proteger los derechos y libertades. El presidente de la federación suiza, Dominique Blanc, ha declarado que es el deber de la FIFA y los organizadores examinar de cerca, observar y monitorear si se cumplen los compromisos y promesas hechas a los trabajadores, equipos, aficionados y profesionales de la prensa.
La FIFA ha ignorado los consejos de compensar a los trabajadores en Qatar y a sus familias, emitidos por un panel de expertos en derechos nombrados el año pasado bajo presión de los dirigentes de fútbol europeos, incluida Noruega. La FIFA retuvo el informe del panel durante casi un año hasta publicarlo el 30 de noviembre, dos días después de anunciar un fondo de legado de la Copa del Mundo 2022 de 50 millones de dólares que no da nada directamente a los trabajadores.
La falta de previsibilidad y procesos abiertos desafía la confianza en la FIFA como el custodio global del fútbol, según Klaveness. La decisión de otorgar a Arabia Saudí la sede de la Copa del Mundo de 2034 ha generado una gran controversia y ha puesto en duda la capacidad de la FIFA para proteger los derechos humanos en el proceso.