No se trató de una anotación espectacular, ni de una intercepción magistral, sino de algo mucho más insólito: una patada de campo tras una recepción libre, ¡y exitosa!
El protagonista de esta hazaña fue Cameron Dicker, pateador de los Chargers, quien convirtió un intento de 57 yardas, estableciendo un nuevo récord en la liga. Pero la historia tras la patada es tan interesante como la patada misma. Todo comenzó con una interferencia de pase de Tremon Smith de los Broncos sobre Derius Davis de los Chargers, en lo que prometía ser la última jugada de la primera mitad.
Esta penalización, movió el balón a la yarda 47 de Denver, una distancia que, de otro modo, habría estado fuera del alcance de Dicker. Fue entonces cuando Jim Harbaugh, entrenador en jefe de los Chargers, tomando una decisión audaz —y poco común— ordenó el intento de patada de campo tras recepción libre. "Fue una jugada arriesgada, pero la oportunidad era única", se puede imaginar diciendo Harbaugh.
Con J.K. Scott como portador del balón, Dicker conectó con precisión, enviando el ovoide directamente entre los postes. Este logro no solo rompió una sequía de 47 años, desde que Ray Wersching lo hiciera para los mismos Chargers (entonces San Diego Chargers) en 1976, sino que además superó la patada de campo más larga tras recepción libre en la historia de la NFL, la de 52 yardas de Paul Hornung en 1964.
La jugada, conocida como "fair-catch-kick", es extremadamente rara debido a la dificultad y las circunstancias poco comunes que la hacen viable. De hecho, solo cinco equipos la habían intentado en el siglo XXI, con un único éxito anterior. Intentos fallidos previos, como el de Joey Slye en 2019 y Phil Dawson en 2013, destacan la dificultad de esta maniobra. Pero Dicker, bajo presión, demostró su frialdad y precisión excepcional.
La jugada de Dicker es un recordatorio de que en el deporte, como en la vida, a veces las oportunidades más inesperadas llevan a los resultados más memorables.