Mundial 2026: Tensión entre EU y México opaca la euforia

La expectativa es inmensa, la promesa de un espectáculo deportivo sin precedentes está a la vuelta de la esquina. Pero bajo la superficie de la emoción, una tensión geopolítica se cierne sobre la celebración.
Siete años atrás, la designación conjunta de la sede fue recibida con entusiasmo, opacando incluso las fricciones comerciales entonces existentes. “La unidad de las tres naciones”, declaró Carlos Cordeiro, presidente de la Federación de Fútbol de Estados Unidos en aquel entonces, calificándolo como “un mensaje poderoso”.
Sin embargo, el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense ha reactivado las tensiones. Sus políticas proteccionistas, incluyendo la amenaza de nuevos aranceles, hacen dudar sobre el impacto en la organización y el desarrollo del Mundial. Incluso el propio Trump, en una reunión con Gianni Infantino, presidente de la FIFA, afirmó que “la tensión es algo bueno”, generando más incertidumbre que tranquilidad.
La pregunta clave es: ¿Cómo afectará este escenario al flujo de aficionados, a la logística del evento y, en última instancia, al éxito del Mundial?
Alan Rothenberg, veterano del comité organizador de la Copa del Mundo de 1994, se muestra optimista. Cita la alta asistencia en mundiales anteriores, a pesar de controversias, argumentando que “la gente ama a Estados Unidos en todo el mundo” y que “un aficionado apasionado del fútbol no se detendrá por eso”. Descarta la posibilidad de un boicot o la retirada de alguna nación anfitriona, asegurando que Estados Unidos podría asumir la organización de los partidos en caso de necesidad.
No obstante, la posibilidad de manifestaciones antiestadounidenses en los estadios, similares a los abucheos al himno nacional durante un partido de hockey en Canadá, no puede descartarse. La FIFA, a pesar de las solicitudes de comentarios, mantiene silencio. Sin embargo, la cercanía de Infantino con Trump, evidenciada en sus encuentros, sugiere una posible influencia política en el manejo de la situación.
La perspectiva olímpica añade otra capa de complejidad. Kirsty Coventry, la primera mujer presidenta del Comité Olímpico Internacional, reconoce la dificultad de trabajar con Trump pero confía en que “la comunicación será clave” y en que el presidente busca el éxito de los Juegos de 2028. Este optimismo es compartido por Gene Sykes, presidente del Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos.
Analistas como Andrew Zimbalist, profesor de Smith College, consideran que el impacto de las políticas de Trump será mínimo, argumentando que “Trump… haría una excepción por un mes o seis semanas” en materia de restricciones de viaje. Las federaciones de fútbol de Estados Unidos y Canadá no han realizado comentarios al respecto, mientras que Gabriela Cuevas, representante de México ante la FIFA, ve los aranceles y el Mundial como “asuntos separados”.
La logística del evento, la cooperación en seguridad y el transporte, parecen asegurados. Sin embargo, Victor Matheson, profesor de economía del College of the Holy Cross, advierte sobre los posibles problemas en los cruces fronterizos, debido a un incremento de las inspecciones y la reducción de servicios gubernamentales que facilitan el tránsito entre países.
Finalmente, la opinión de Germán Camacho Pacheco, un empresario mexicano, refleja el sentimiento de muchos aficionados: “el fútbol es religión” en México y “no creo que les importe los aranceles”, a menos que la situación política se agrave considerablemente.