McIlroy conquista el Masters tras épica remontada

La sombra de Augusta, escenario de triunfos y fracasos resonantes. Este era el panorama para un golfista que, hasta hace unas horas, estaba a punto de agregar otro capítulo a su historia de casi-triunfos. La escena, la misma que ha presenciado derrotas épicas y remontadas imposibles.
Hablamos de Rory McIlroy, quien enfrentaba el Masters con el peso del Grand Slam sobre sus hombros. Una nota hallada en su casillero, un gesto de buena suerte del argentino Ángel Cabrera, le recordaba la amarga derrota de 2011, cuando una ventaja de cuatro golpes se esfumó en la ronda final. “Fue un toque agradable y un poco irónico al mismo tiempo,” comentó McIlroy, refiriéndose a la nota de Cabrera. Este año, sin embargo, la historia sería diferente.
El inicio de la ronda final fue trepidante. McIlroy, a pesar de su experiencia y nueve participaciones previas con el Grand Slam en juego, comenzó con un doble bogey, perdiendo la ventaja rápidamente. La imagen de 2018, donde falló con Patrick Reed junto a él, reapareció como un espectro. Pero la resiliencia del golfista norirlandés demostró ser un factor determinante.
A pesar de los errores iniciales, McIlroy desplegó una magistral demostración de habilidad. Dos birdies, logrados con un chip sublime y un preciso hierro cinco, estabilizaron su juego. Escapar de situaciones comprometidas entre los pinos de Georgia se volvió una constante, mostrando la experiencia de un jugador que ha dominado la FedEx Cup en tres ocasiones y que ha alcanzado el número uno del mundo en nueve oportunidades. Una mezcla de brillantez y errores, características que definen su estilo.
Sin embargo, en el hoyo 13, cometió su peor tiro de la semana. El error le costó terreno, recordando la imagen del McIlroy vulnerable que los aficionados han visto en otros majors. Pero este Rory es diferente; su determinación para perseverar, para desafiar la frustración y el dolor por el premio que tanto deseaba, se manifestó de nuevo. La ronda final, de cuatro horas y 45 minutos, se convirtió en una metáfora de los 11 años que dedicó a lograr el Grand Slam.
Su camino al triunfo estuvo plagado de altibajos.