Crisis arbitral en España: Real Madrid y la presión a los jueces

Ricardo de Burgos Bengoechea, árbitro de la final de la Copa del Rey, abrió una profunda grieta al compartir públicamente la angustia que vive su familia. “Cuando un hijo va al colegio y le dicen que su padre es un ladrón, eso es muy jodido”, confesó con la voz entrecortada. Este emotivo relato se produjo tras la emisión de un video por parte de Real Madrid TV, donde se cuestionaba su imparcialidad, presentando estadísticas que, según la cadena, demostraban una presunta parcialidad hacia el FC Barcelona.
El video, con música dramática y sin contexto completo de los partidos mencionados, mostraba una supuesta diferencia significativa en el porcentaje de victorias del Real Madrid (64%) y del Barcelona (81%) en encuentros arbitrados por De Burgos. Una voz en off, anónima, calificó la diferencia como “increíble”, alimentando las dudas sobre su capacidad. Esta acción del Real Madrid no ha sido un hecho aislado.
El club merengue, a través de su canal de televisión, ha implementado una práctica recurrente de cuestionar públicamente el desempeño arbitral. En febrero, enviaron una carta a la Federación Española de Fútbol denunciando un supuesto perjuicio sistemático por decisiones arbitrales, alegando que “las decisiones en contra del Real Madrid han alcanzado un nivel de manipulación y adulteración de la competición que ya no puede ser ignorado”. Esta estrategia comunicacional, calificada por muchos como una campaña de presión, ha generado un clima de fuerte tensión.
Pablo González Fuertes, árbitro asistente de video, apoyó a De Burgos en una inusual conferencia de prensa previa a la Copa del Rey. Su mensaje fue contundente: “No vamos a seguir aguantando lo que estamos aguantando. No te quepa ninguna duda de que vamos a tener que empezar a tomar medidas mucho más serias de las que se están tomando”. González Fuertes, sin revelar detalles de las acciones a tomar, expresó su preocupación por el impacto del odio verbal recibido por los árbitros, tanto de jugadores como en redes sociales, alertando sobre posibles consecuencias en la vida real.
La respuesta del Real Madrid fue tajante: consideraron las declaraciones de los árbitros como “inadmisibles”, afirmando que sus videos están “amparados en la libertad de expresión”. La situación deja al descubierto un conflicto que trasciende el campo de juego, impactando la vida personal de los árbitros y planteando interrogantes sobre la ética y el respeto en el mundo del fútbol profesional. La investigación de la Federación Española de Fútbol sobre casos anteriores, como el del árbitro acusado de conflicto de intereses por su relación con Jude Bellingham, se erige como un precedente en un debate cada vez más complejo y sensible.