Djokovic: 100 títulos y la sombra del adiós

Una reunión de leyendas, un encuentro entre titanes del tenis mundial, pintaba un cuadro de transición, de un cambio de guardia inminente.
El protagonista de esta escena, Novak Djokovic, quien a sus 38 años recién cumplidos, se alzaba con el título número 100 de su carrera en el Abierto de Ginebra, un triunfo que, según sus propias palabras, fue “definitivamente muy necesario para mi juego y nivel de confianza al llegar a Roland Garros”. Este hito se produce en un contexto particular: la reciente y sorpresiva reunión del domingo con Rafael Nadal, Roger Federer y Andy Murray, un cuarteto que ha dominado el tenis masculino durante años, conocidos por algunos como los "Cuatro Grandes".
La conversación con sus ex rivales, todos ya retirados, dejó una huella profunda en Djokovic. "Obviamente estaba hablando con Federer y Murray sobre sus despedidas y recordando y reflexionando sobre las rivalidades”, confesó. La reflexión sobre el final de sus carreras no es solo nostálgica, también es un examen introspectivo sobre su propia trayectoria. “Parte de mí está orgullosa de que todavía estoy allí, de que todavía sigo adelante… Pero al mismo tiempo, estaba, y todavía estoy, un poco triste de que todos se hayan ido”, añadió, reconociendo el rol fundamental que estos jugadores tuvieron en su propia motivación.
El homenaje a Nadal, con sus 14 campeonatos en Roland Garros, impactó a Djokovic profundamente. "Rafa mereció lo que recibió ayer en toda la intensidad de su gloria… Cada uno de nosotros sueña con ser recordado de esa manera y celebrado, por supuesto", comentó, revelando una aspiración compartida por todos los grandes: un adiós memorable, una despedida a la altura de su legado. El momento, según Djokovic, fue “realmente conmovedor”, un testimonio de la intensa rivalidad y el respeto mutuo que existía entre ellos. "Aunque fuimos los rivales más feroces, es ese toque personal que está ahí cuando de alguna manera derramas tu corazón en la cancha, como lo hizo ayer. Es casi imposible que no te toque profundamente”.
Más allá de la emotividad del momento, la conversación también giró alrededor de aspectos más personales. La breve colaboración con Murray como entrenador, finalizada recientemente por mutuo acuerdo, fue un tema de conversación, con Murray bromeando sobre la victoria de Djokovic en Ginebra tras la separación. “Yo no lo tomé como una broma”, respondió Djokovic, dejando entrever la seriedad y la profesionalidad que lo caracterizan.
En resumen, la atmósfera en Roland Garros refleja un cambio de época, pero también la persistencia y la grandeza de un campeón que sigue escribiendo su propia historia en las canchas de tenis.