Oklahoma City: Resiliencia tras el atentado de 1995

Para entender la fervorosa afición del Thunder, hay que remontarse a 1995. Ese año, un atentado terrorista marcó para siempre a Oklahoma City. El 19 de abril, un camión bomba devastó un edificio federal, cobrando la vida de 168 personas. Este suceso, el ataque doméstico más mortífero en la historia de Estados Unidos, es un capítulo indeleble en la memoria colectiva de la ciudad.
El impacto de este evento no se limita al pasado. El Oklahoma City Thunder, a pesar de su llegada posterior al atentado, ha integrado la memoria del mismo en su cultura organizacional. Cada nuevo miembro del equipo, desde jugadores titulares hasta personal de apoyo, realiza una visita obligada al Memorial del Atentado de Oklahoma City. Ahí, confrontan la magnitud de la tragedia, observando las 168 sillas que representan a cada víctima, escuchando testimonios y comprendiendo la resiliencia de la ciudad.
“Creo que simplemente me ayudó a entender por lo que ha pasado la ciudad”, comentó Isaiah Hartenstein, jugador del Thunder, reflexionando sobre su experiencia en el memorial. “Y a partir de eso, aprendí lo conectiva y solidaria que es la ciudad”.
El entrenador del Thunder, Mark Daigneault, corroboró esta práctica: “Estuve en ese recorrido después de un mes de trabajar aquí... Literalmente no hay nadie que haya portado el logo del Thunder en su pecho que no haya pasado por allí”.Esta conexión emocional con la historia de la ciudad se refleja en la lealtad inquebrantable de sus aficionados. Sin equipo de NFL, MLB o NHL, el Thunder es el único representante de los cuatro grandes deportes profesionales. Esta situación, unida al espíritu de comunidad forjado en la adversidad, ha creado una atmósfera única en los partidos.
La intensidad de esta afición fue destacada por Tyrese Haliburton, estrella de los Indiana Pacers, luego de su partido contra el Thunder en las Finales de la NBA: “Quiero decir, esta multitud es increíble… Todos están de pie aplaudiendo de forma sincronizada. Es la mejor multitud que hemos visto en la carretera en todos los playoffs”. La escena describe una atmósfera de apoyo mutuo, donde la comunidad se une tras su equipo, reflejando la misma solidaridad demostrada tras el atentado de 1995.
Un detalle adicional que destaca el espíritu de la ciudad: Ante la magnitud de la tragedia, la respuesta ciudadana fue tan masiva que muchos voluntarios tuvieron que ser enviados de vuelta a casa, incapaz la ciudad de absorber el apoyo espontáneo de tanta gente.