Atlanta, la ciudad que respira lucha libre, se preparaba para vivir una noche inolvidable: WWE Bad Blood.
Desde el primer combate, la adrenalina se apoderó de la arena. CM Punk y Drew McIntyre, dos gladiadores con sed de venganza, se enfrentaron en un Hell in a Cell. Un encuentro sangriento, salvaje, donde todo estaba permitido. Los golpes se sucedían sin descanso, el sudor y la sangre mancharon el cuadrilátero. Punk, con un GTS ayudado por una cadena, logró someter a McIntyre. Su segundo triunfo consecutivo ante el escocés.
El Campeonato Femenino de la WWE también estuvo en juego. Nia Jax, la campeona, se enfrentó a Bayley en un combate lleno de emoción. Bayley, con un dominio imponente al inicio, logró cubrir a Jax por varios segundos, pero la jueza había sido golpeada y no pudo realizar el conteo. La campeona, tras un Samoan Drop, se llevó la victoria y conservó el cinturón.
El Campeonato Mundial Femenino, en manos de Liv Morgan, tuvo un final inesperado. Rhea Ripley, con una brutalidad sin límites, se llevó la victoria por descalificación. La campeona, a pesar de no perder el título, no pudo evitar la frustración por la derrota. Dominik Mysterio, su pareja y enjaulado en una jaula antitiburones, fue víctima de Ripley, quien lo golpeó con un palo, como si fuera una piñata.
El combate estelar de la noche: Cody Rhodes y Roman Reigns frente a Solo Sikoa y Jacob Fatu, dos miembros de The Bloodline. Un choque de titanes, una batalla por el dominio. La tensión se palpaba en el aire, la incertidumbre inundaba la arena. El regreso de Jimmy Uso, quien ayudó a Reigns a obtener la victoria, se convirtió en el punto de inflexión.
Y para rematar la noche, la aparición de The Rock. Observando en silencio a Rhodes y Reigns, sin decir una palabra. Su presencia, una intrigante promesa de futuras confrontaciones.
El Bad Blood 2024 cerró con un sabor agridulce. Victorias, derrotas, drama y sorpresas. Una noche para recordar.