Mientras que algunos ven la visita como una oportunidad para fortalecer los lazos históricos con el Reino Unido, otros la consideran un recordatorio de la herencia colonial del país.
La senadora independiente indígena Lidia Thorpe generó polémica al gritarle al rey durante una recepción en Canberra, asegurando que él no era su rey y que Australia no era su tierra. Thorpe, conocida por su activismo en defensa de los derechos indígenas, ha sido criticada por su comportamiento, pero ella ha defendido sus acciones, argumentando que la presencia del rey en Australia es un símbolo de la violencia colonial.
El debate sobre la monarquía en Australia ha resurgido en los últimos años, con un creciente apoyo a la idea de convertirse en una república. El Australian Republic Movement (ARM) es una organización que aboga por la elección de un jefe de estado australiano.
Sin embargo, a pesar de la creciente popularidad del movimiento republicano, un cambio constitucional para reemplazar al monarca británico parece improbable en el corto plazo. Las dificultades para lograr un consenso sobre la forma de elegir un presidente y la resistencia de algunos sectores a abandonar la monarquía, hacen que la idea de una república en Australia sea un objetivo a largo plazo.
La visita de Charles III a Australia también ha estado marcada por la (dificultad de acceso a información precisa). El Australian Monarchist League, que apoya la monarquía, (afirma que Thorpe) alejó a la gente de su causa con su comportamiento agresivo. En contraste, Thorpe sostiene que la violencia real está en la presencia del rey en el país, recordando la historia colonial de Australia.
La visita del rey también ha sido afectada por su estado de salud. El viaje a Australia (se redujo a tres días) debido a que Charles está recibiendo tratamiento contra el cáncer.