En medio de la situación, la corresponsal de CNN, Clarissa Ward, junto a su equipo, vivieron una experiencia aterradora al ser tomados como rehenes por una milicia durante dos días.
La periodista, veterana de la cobertura de conflictos bélicos, viajó a Sudán para documentar la guerra civil, pero su trabajo se vio interrumpido de forma inesperada. Apenas horas después de llegar al norte de Darfur, su vehículo fue rodeado por combatientes armados que les ordenaron detener la grabación.
Ward, junto con el camarógrafo Scott McWhinne y el productor Brent Swails, se encontraban en la localidad de Aby Gamra, un punto de encuentro acordado con una facción del Movimiento de Liberación de Sudán. Sin embargo, un grupo rival de milicianos les interceptó, equipados con lanzagranadas y ametralladoras.
La situación se tornó tensa cuando el líder de la milicia, conocido como "el general", apuntó su arma hacia ellos, disparando un tiro al aire. Ward, atemorizada, mencionó que "estaba aliviada de que la pistola no estuviera apuntada a nosotros, pero aún así me perturbaba su comportamiento errático".
El equipo de CNN fue interrogado durante tres horas en una "pequeña habitación sin ventanas" y luego obligados a seguir un convoy hacia el interior de Darfur, vigilados por hombres armados, algunos de apenas 14 años.
Ward describe el momento en que "el general" les informó que serían liberados, alegando que "pensábamos que eran espías, pero ahora pueden irse a casa".
A pesar del terror vivido, Ward y su equipo regresaron a casa, dejando atrás una experiencia que refleja la brutal realidad de la guerra civil en Sudán.