Sir Paul McCartney, el hombre que marcó un antes y un después en la música, pisaba suelo argentino con un show que prometía ser épico.
No se trataba simplemente de un concierto, era una celebración. Un viaje a través de décadas de música, desde los días gloriosos de Los Beatles hasta su brillante carrera solista. Los fanáticos, con sus ojos brillantes y corazones rebosantes de nostalgia, estaban listos para sumergirse en la magia.
Las luces se apagaron, el escenario se iluminó y un rugido ensordecedor se escuchó en el estadio. El concierto arrancó con “Can’t Buy Me Love”, una explosión de energía que recorrió cada rincón del lugar. A sus 82 años, McCartney demostraba su inquebrantable vitalidad, moviéndose con la misma pasión que en sus inicios.
Las guitarras se encendieron, el bajo resonó con una fuerza inigualable y la voz del ex Beatle se alzó con la misma potencia que la recordábamos. El público, en una comunión perfecta con el artista, coreó cada canción, creando una atmósfera mágica que se podía palpar en el aire.
El repertorio fue un recorrido sin pausa por su trayectoria musical: desde “Junior’s Farm” y “Letting Go” de Wings, hasta las joyas de Los Beatles como “Drive My Car” y “Blackbird”. Cada canción fue un viaje al pasado, un reencuentro con la banda sonora de generaciones.
Un momento que provocó un silencio sepulcral fue el homenaje a John Lennon. La interpretación de "Here Today", la canción que McCartney le dedicó a su amigo tras su asesinato, y "Now and Then", una obra original de Lennon publicada en 2023, conmovieron a la audiencia hasta las lágrimas. En ese instante, se podía sentir el peso de la historia, la conexión profunda entre los cuatro de Liverpool.
Las horas pasaron volando, llenas de música, recuerdos y emociones. McCartney, con su carisma inigualable, conectó con el público de una manera especial. No dudó en interactuar con ellos, compartiendo anécdotas sobre la creación de sus temas y hasta incluyendo algunas frases en español, como el popular "¡Hola Córdoba!", lo que desató una ola de ovaciones en el estadio.
El cierre del concierto llegó con "Hey Jude", un himno que unió a todos en una sola voz. Los bises, coronados por "Golden Slumbers", "Carry that Weight" y "The End", pusieron el broche de oro a una noche inolvidable.
Paul McCartney se despidió de Argentina con un simple “Hasta la próxima”, dejando una huella imborrable en el corazón de los cordobeses. Su música, atemporal e inmortal, seguirá resonando en los corazones de sus seguidores por muchas generaciones más.