Para la artista brasileña Rosana Paulino, estas fotos tuvieron un impacto profundo cuando las encontró en un libro en 2011. “No sabía qué hacer con ellas”, recuerda. Tomó una fotografía de la página y la guardó. Un año y medio después, transformó esa imagen en una obra de arte titulada Assentamento, inspirada en los altares de las religiones afrobrasileñas. En esta obra, las fotos fueron impresas a tamaño real sobre tela, adornadas con bordados de un corazón, un feto y raíces. Luego, las cortó en cuatro partes y las "suturo" de manera desalineada para simbolizar las cicatrices físicas y psicológicas que el racismo ha dejado en generaciones de personas negras en Brasil. La pieza se complementa con montones de brazos hechos de arcilla de papel, apilados como leña, para representar cómo los cuerpos negros fueron usados como combustible para el crecimiento económico de Brasil.
Este año, Assentamento fue una de las piezas principales en la primera exposición individual de una artista negra en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), la cual atrajo a 72,000 visitantes. "Lo que me impactó fue la fuerza de esa mujer", dice Paulino. “Si estas fotos fueron tomadas para demostrar una falsa inferioridad, yo quiero mostrar que, a pesar de ser secuestrados y arrojados a los barcos, esos individuos sobrevivieron y construyeron una nación”.
En los últimos años, Paulino, una de las artistas visuales más destacadas de Brasil, ha exhibido su obra en museos de Alemania, Estados Unidos e Italia. En noviembre de 2024, inaugurará un mural de 9 metros de altura en el High Line de Nueva York, y la Tate Modern ya ha confirmado que adquirirá una de sus piezas. Además, Paulino recibirá el primer premio a la libertad artística otorgado por el Museo Munch en Oslo, un reconocimiento a su trayectoria y a su compromiso con el feminismo negro y las luchas afrobrasileñas contra el racismo.
A lo largo de sus 30 años de carrera, Paulino ha utilizado técnicas como el bordado, el collage, la pintura y la escultura, pero su tema central ha sido siempre el mismo: “Quiero poner sobre la mesa lo que significa ser una mujer negra en un país racista como Brasil”. Este enfoque le da una dimensión universal a su trabajo, según la curadora Andrea Giunta, quien destacó que la esclavitud no fue solo un problema de Brasil, sino de toda América, y que Europa también está implicada en las reflexiones que plantea la artista.
Nacida y criada en un barrio obrero de São Paulo, Paulino descubrió el arte afrobrasileño durante un desfile de Carnaval en su adolescencia. Su talento para el dibujo la llevó a estudiar arte en la universidad, y en 2011 se convirtió en la primera mujer negra en Brasil en obtener un doctorado en artes visuales. "Conseguir una validación académica fue una estrategia que diseñé para que mi voz fuera escuchada", explica. Durante años, el arte brasileño fue predominantemente blanco y elitista, lo que invisibilizó el trabajo de los artistas negros. Sin embargo, Paulino enfatiza que la mayor representación que existe hoy en día no fue fruto de la amabilidad de las instituciones, sino de la presión internacional que enfrentaban por ignorar a los artistas de su propio país.
Paulino tiene planes de usar el premio monetario del Museo Munch para fundar el Instituto Rosana Paulino, un centro de estudios y biblioteca de imágenes que documentará las representaciones de las personas negras en Brasil. Este centro estará ubicado en un barrio trabajador de São Paulo, su lugar de origen.
Mientras se prepara para dejar su puesto como profesora de arte y dedicarse de lleno a la creación, Paulino expresa un deseo de experimentar sin sentir la presión constante de ser política o estratégica todo el tiempo. "No vemos esa misma presión sobre los artistas blancos", reflexiona. Con esta nueva etapa, espera poder seguir expandiendo los límites de su arte y su investigación sin la carga adicional de las expectativas que la sociedad impone sobre los artistas negros.