Sabrina Carpenter, Chappell Roan y Charli XCX son solo algunas de las estrellas emergentes que crecieron soñando con ser como la estrella de la doble vida que, de día, era una adolescente normal, y de noche, una superestrella del pop. Esta "generación Hannah Montana", como la ha llamado Rolling Stone, ha inyectado el espíritu desenfadado y la estética vibrante del programa en el corazón del pop moderno.
Carpenter, con solo seis años, quedó cautivada por Hannah Montana: "Recuerdo ver el piloto y decir: 'Quiero hacer eso. Quiero cantar, quiero actuar y quiero bailar'", expresó en una entrevista. Su pasión la llevó a competir en el MileyWorld Superstar Contest, buscando un contrato discográfico. Aunque no ganó, fue un trampolín para su entrada en la industria musical.
Chappell Roan, por su parte, recuerda con emoción haber conocido a Miley Cyrus en persona: "Miley me invitó a una fiesta, y yo solo podía pensar, 'tú fuiste mi primer concierto'". La influencia de Hannah Montana es tan profunda que Roan, quien también adopta una "doble vida" a través de su personaje en drag, asegura que la dualidad de ser una persona privada y, a la vez, una artista pública, es algo que aprendió de su ídolo de la infancia.
La música de esta nueva generación es un torbellino de energía, un contrapunto al pop introspectivo y melancólico de estrellas como Taylor Swift y Billie Eilish. Carpenter, con éxitos como "Espresso" y "Please Please Please", utiliza letras ingeniosas, llenas de ironía, que conectan con el público joven. Roan, con su álbum "The Rise and Fall of a Midwest Princess", ha cautivado al público con un estilo que desafía las convenciones.
Estas artistas, con su independencia y autenticidad, han encontrado un público que busca una representación honesta y diversa en la música pop. La conexión con la Generación Z y la cultura queer es palpable. Roan, proveniente de un entorno cristiano conservador, es pionera en abrir un espacio para el pop queer, con canciones que hablan de relaciones entre personas del mismo género con honestidad y sin tapujos.
El legado de Hannah Montana sigue vivo, impulsando a una nueva generación de artistas a crear un pop sin filtros, lleno de frescura y autenticidad. Esta es una generación que busca una música que refleje sus experiencias, sus valores y su deseo de una cultura pop más inclusiva y honesta.