Sin embargo, lo que comenzó como un momento de vergüenza ha evolucionado hacia una sorprendente reinvención personal y profesional.
La bailarina australiana, que es también académica con un doctorado en Estudios Culturales, se enfrentó a un torrente de comentarios negativos tras su actuación. A pesar de la presión y el impacto en su salud mental, Gunn ha decidido transformar su notoriedad en una oportunidad. Desde su debut olímpico, su presencia en redes sociales ha crecido exponencialmente, pasando de 4,000 a más de 200,000 seguidores en Instagram.
Recientemente, Gunn ha firmado un contrato con la agencia Born Bred Talent y ha lanzado su primera colaboración con la empresa de tecnología financiera Finder, que incluye el #RaygunChallenge. Esta campaña invita a los participantes a recrear sus movimientos de baile, lo que ha generado un nuevo espacio para la creatividad y la diversión en las redes sociales.
Max Markson, director de la agencia Markson Sparks, estima que este tipo de acuerdos puede valer alrededor de $50,000, lo que subraya el potencial comercial que ha encontrado Gunn en su nueva imagen. A pesar de su éxito, ella mantiene un pie en el mundo académico, asegurando que sigue disfrutando de la enseñanza y la investigación.
En una reciente entrevista, Gunn reflexionó sobre su viaje desde ser objeto de burla hasta convertirse en un ícono de la cultura pop. “La reacción inicial fue de confusión, pero ahora he decidido volver a salir y hablar sobre esto de una manera positiva”, comentó. Su enfoque actual es mirar hacia adelante, aprovechando su fama para dar visibilidad a otros bailarines talentosos.
El 9 de noviembre, Gunn sorprendió al público al aparecer en un concierto de Tones and I en Melbourne, donde mostró sus movimientos virales, incluyendo el famoso salto de canguro. La artista Tones and I expresó su admiración por Gunn, destacando su energía y la alegría que aporta a quienes la rodean.
Con cada paso que da, Raygun demuestra que, a pesar de los tropiezos, siempre hay una oportunidad para reinventarse y brillar en el escenario que uno elige.