Ochoa destacó la singularidad de Kalimba, quien, según sus palabras, poseía un talento excepcional y una disciplina admirable. “Estaba clavada en mi chamba, seguía viviendo a mis papás, estaba disfrutando de tener tanto trabajo en ese momento”, recordó, enfatizando la camaradería que existía entre los integrantes. Para mantener la unidad, implementaron una regla de rotación que evitaba la formación de grupitos dentro de la banda.
La cantante también reflexionó sobre el reconocimiento que la disquera tenía del potencial del grupo. “Yo creo que es difícil que los grupos duren para siempre y la disquera yendo unos pasos hacia enfrente”, comentó, sugiriendo que la visión de la disquera no siempre coincidía con las aspiraciones del grupo. Junto a Kalimba y Oscar, Ochoa tuvo la oportunidad de viajar y participar en convenciones internacionales, lo que evidenciaba el interés en su música.
En su relato, Ochoa no dudó en comparar a OV7 con otras boybands de renombre mundial, como NSYNC y Backstreet Boys. “Nos tocó viajar a Suecia a grabar demos con los productores de Beyoncé, NSYNC, porque querían que hiciéramos nuestro crossover a nuestro disco en inglés”, afirmó, subrayando que estaban listos para dar el salto internacional. Sin embargo, a pesar de su preparación y talento, la oportunidad de brillar en el escenario global nunca se concretó.
La llegada de propuestas individuales complicó el panorama, y Ochoa lamentó que esos planes quedaran en el aire. “Son de esas cosas que si me duelen”, concluyó, dejando entrever la nostalgia por lo que pudo haber sido. La historia de OV7 es un recordatorio de que, a veces, el destino de una banda puede cambiar por decisiones que escapan a su control, dejando a sus seguidores con un anhelo de lo que pudo haber sido.```