Nacido en un momento de gran turbulencia, este hombre vivió a través de dos guerras mundiales, la evolución del fútbol moderno y el nacimiento de algunas de las tecnologías más importantes de la humanidad.
John Alfred Tinniswood, el hombre más longevo del mundo, falleció a los 112 años en la residencia Hollies Rest Home, en Southport, Reino Unido. Su vida fue un reflejo de los eventos cruciales del siglo XX, y su partida deja atrás una serie de lecciones sobre la longevidad, la moderación y la suerte.
Tinniswood fue un hombre de acción. Durante la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el Cuerpo de Pagos del Ejército Británico, donde se encargó de labores administrativas vitales. Tras el conflicto bélico, trabajó en diversos sectores, entre ellos el Royal Mail, Shell y BP, donde consolidó su carrera profesional hasta su jubilación en 1972.
"Es pura suerte. O vives mucho o vives poco, y no puedes hacer mucho al respecto", decía Tinniswood sobre la longevidad. Sin embargo, también apuntaba a la moderación como una de las claves para su longevidad. Nunca fumó, y su consumo de alcohol fue mínimo a lo largo de su vida.
La vida personal de Tinniswood fue otro de los pilares fundamentales de su longevidad. Se casó con Blodwen en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, con quien compartió 44 años de matrimonio. Juntos tuvieron una hija, Susan, quien sería un pilar central de su vida.
En 2024, Guinness World Records lo reconoció oficialmente como el hombre más viejo del mundo, título que obtuvo tras el fallecimiento de Juan Vicente Pérez Mora. Durante años, Tinniswood recibió la admiración del público y de instituciones de todo el mundo, que se convirtieron en una parte importante de su vida.
La pasión de Tinniswood por el Liverpool Football Club fue una de las grandes conversaciones que mantenía con sus familiares y amigos. Su amor por el fútbol no solo lo unió a una comunidad de seguidores, sino que también le permitió compartir experiencias de su juventud.