Según fuentes cercanas a la familia real, el duque de York, Andrew, ha estado viviendo una realidad cada vez más solitaria. Su círculo de amigos y conocidos ha disminuido significativamente desde que se vio envuelto en una disputa con su hermano mayor, el rey Carlos. Aunque ha intentado mantener un perfil bajo en su residencia real, la realidad es que "ya no sale mucho" y "no es muy bien recibido en ningún lugar", según un insider.
La situación se ha vuelto aún más complicada para Andrew, ya que ha sido despojado de su título de HRH por su difunta madre, la reina Isabel II. Además, ha tenido que enfrentar la pérdida de su fuente de ingresos, ya que su hermano Carlos decidió dejar de financiar sus gastos personales. "Andrew es como un perro perdido estos días, siempre dependiendo de Sarah y sus hijas para obtener apoyo emocional", dijo una fuente del palacio.
Las hijas de Andrew, las princesas Beatriz y Eugenia, son algunas de las pocas personas que aún le brindan apoyo y atención. Sin embargo, incluso ellas han sentido la presión de la situación, ya que tienen sus propias familias y responsabilidades que atender. "Mientras que Sarah y las niñas son simpáticas hasta cierto punto, también tienen sus propias vidas que gestionar", dijo el insider.
La situación se ha vuelto aún más compleja con la aparición de un misterioso patrocinador financiero que ha permitido a Andrew y su ex esposa, Sarah Ferguson, permanecer en la residencia real. Sin embargo, la identidad de este patrocinador sigue siendo un misterio, y ha generado llamados del gobierno del Reino Unido para que Andrew revele la fuente de su financiamiento.
La situación ha dejado al monarca, de 76 años, hartos y ha llevado a la decisión de retirar objetos de valor de la propiedad debido a preocupaciones de mantenimiento y seguridad. La historia de Andrew es un recordatorio de que, incluso en las familias más poderosas y privilegiadas, la vida puede ser complicada y llena de desafíos.