Según el autor Scott Huver, en su libro "Beverly Hills Noir: Crime, Sin, & Scandal in 90210", Wanger había declarado la bancarrota, aunque sus acreedores no creían en su situación financiera. Su esposa, la actriz Joan Bennett, se había convertido en la principal fuente de ingresos para la familia, y Wanger se sentía cada vez más dependiente de ella.
La relación entre Bennett y su agente, Jennings Lang, se había vuelto cada vez más estrecha, y Wanger comenzó a sospechar que su esposa estaba teniendo un affair con él. La situación se volvió insostenible, y Wanger decidió tomar medidas drásticas.
El 13 de diciembre de 1951, Wanger se dirigió a la agencia de Lang, donde vio el Cadillac convertible de su esposa estacionado fuera. Horas más tarde, Bennett y Lang llegaron en el coche de Lang, y Wanger, consumido por la rabia y la desesperación, les confrontó. Después de una discusión acalorada, Wanger disparó a Lang dos veces, hiriéndolo en la ingle y el muslo.
El incidente sacudió a Hollywood, y Wanger fue juzgado por agresión con un arma mortal. Su abogado, Jerry Giesler, argumentó que Wanger había sufrido un ataque de locura temporal, y fue condenado a cuatro meses de prisión.
La relación entre Bennett y Lang terminó abruptamente después del incidente, y Bennett se convirtió en una figura aislada en Hollywood. A pesar de que su carrera se vio afectada, Bennett logró recuperarse y seguir adelante con su vida.
Lang, por otro lado, se convirtió en un ejecutivo de Universal Studios después de que su agencia comprara el estudio. Wanger, después de su liberación de la prisión, experimentó un breve resurgimiento en su carrera, pero su último filme, "Cleopatra", fue un fracaso comercial que casi arruinó a 20th Century Fox.
La historia de Wanger, Bennett y Lang es un ejemplo de cómo el glamour y el poder de Hollywood pueden esconder secretos y escándalos detrás de sus puertas cerradas. A pesar de que sus vidas se vieron afectadas por el incidente, lograron seguir adelante y encontrar la felicidad en sus propios términos.