Su nombre quizás no te suene familiar a primera vista, pero su obra ha influenciado a generaciones de autores, desde Philip Pullman hasta China Miéville.
Hija del poeta ganador del Premio Pulitzer, Conrad Aiken, Joan tuvo una infancia marcada por contrastes. Una niñez feliz en Rye, Sussex, se vio interrumpida por la separación de sus padres, dejando a su madre, Jessie McDonald, con pocos recursos en un país extranjero. Fue Jessie quien inculcó en Joan su amor por la literatura, la historia y la música, educándola en casa.
“Mi madre quería escribir historias que dieran el mismo placer que ella había tenido de niña con las novelas de Wilkie Collins, Dickens, las Brontë,” recuerda su hija, Lizza.
Tras un matrimonio difícil y la muerte de su esposo, Ron Brown, Joan se convirtió en el único sostén de sus dos hijos pequeños. Trabajó como mecanógrafa, en la revista literaria Argosy, y como redactora publicitaria, todo mientras escribía incansablemente. Su primera novela, The Wolves of Willoughby Chase (Las Lobas de Willoughby Chase), publicada en 1962, le dio el reconocimiento internacional que merecía, convirtiéndose en un éxito de ventas y adaptándose al cine en 1989. La novela, con sus heroínas Bonnie y Sylvia, enfrentándose a la malvada Miss Slighcarp, se convirtió en un clásico instantáneo.
La obra de Aiken no se limita a la literatura infantil. También escribió novelas góticas, romances históricos, y divertidas comedias que reflejan su talento versátil. Personajes como Dido, una heroína callejera y desafiante, anticipan la fuerza de personajes como Lyra Belacqua de Philip Pullman.
Aiken combinó la fantasía con temas profundos, criticando el capitalismo, la industrialización y las desigualdades sociales, presentando aristócratas crueles y personajes humildes pero valientes. Su prolífica obra, que incluye títulos como The Whispering Mountain (ganadora del premio Guardian en 1969), A Harp of Fishbones, y Mansfield Revisited, deja un legado rico en imaginación, ingenio y profundidad.
Su colaboración con ilustradores como Jan Pieńkowski, Quentin Blake y Pat Marriott, enriqueció aún más sus libros, transformándolos en auténticas obras de arte. La figura de Lizza Aiken, quien continúa difundiendo la obra de su madre, asegura que el espíritu creativo e indomable de Joan permanece vivo, inspirando a nuevas generaciones de lectores y escritores.
El legado de Joan Aiken trasciende las páginas de sus libros, dejando una huella imborrable en la literatura infantil y adulta, un testimonio de su talento innato y su persistencia frente a la adversidad.