La noticia, que ha conmovido al mundo de la danza clásica, ha sido la partida de una figura legendaria. Hablamos de Kirsten Simone, una estrella danesa del ballet que, a sus 90 años, dejó este mundo dejando tras de sí un legado invaluable.
Simone, nacida en Copenhague en 1933, no solo era una bailarina excepcional; era una artista que traspasaba las barreras del escenario. Su formación en la Royal Danish Ballet School la catapultó a una carrera internacional llena de éxitos. Se dice que su interpretación del Cisne Negro era inolvidable, una performance cargada de emotividad y técnica impecable, que la consagró como una leyenda.
A lo largo de su extensa trayectoria, Kirsten actuó en los escenarios más prestigiosos del mundo, cosechando elogios de la crítica y el público por igual. Su influencia en el mundo del ballet danés, y en la escena internacional, es innegable.
Más allá de sus logros profesionales, se recuerda a Simone por su personalidad carismática y su compromiso con la enseñanza. Después de retirarse del escenario, dedicó gran parte de su tiempo a formar a nuevas generaciones de bailarines, inculcándoles no solo la técnica, sino también el amor por el arte. Su legado perdura en las innumerables vidas que tocó a través de su arte y su generosidad.
Los detalles de su funeral aún no se han revelado públicamente, pero sin duda, la comunidad del ballet rendirá un emotivo homenaje a esta excepcional artista, a esta mujer que hizo de la danza su vida y su legado.