Hablamos de un regreso a la esencia, a la exploración de temas profundos a través de la lente de directores consagrados y nuevas promesas.
Pero antes de sumergirnos en el torrente de nuevas propuestas, pensemos en Terrence Malick. Su nombre, sinónimo de imágenes oníricas y narrativas enigmáticas, genera un debate constante: ¿genio o charlatán? Sus películas, con su estética visual impecable y sus elípticas historias, dividen a la crítica y al público por igual. “Sus películas, obras maestras para algunos, pretensiones intelectuales para otros,” se comenta a menudo. Su próxima película, The Way of the Wind, una épica confrontación entre Dios y Satanás interpretada por Géza Röhrig y Mark Rylance, promete alimentar aún más esta discusión. Tras cinco años de postproducción, Malick se prepara para desatar su particular caos cinematográfico.
Sin embargo, Malick no está solo en este renacer del cine de autor. Este año veremos el regreso de otros grandes nombres, cada uno con su propio sello distintivo:
- László Nemes (Son of Saul) con Orphan.
- Andrey Zvyagintsev, tras superar una enfermedad, con Jupiter, una película sobre un oligarca ruso.
- Lynne Ramsay, con Die, My Love, un thriller psicológico protagonizado por Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, que explorará la maternidad desde una perspectiva inusual.
- Lucrecia Martel, con un documental sobre el asesinato de Javier Chocobar, marcando su regreso tras siete años de ausencia.
El 2025 se perfila como un año crucial para el cine independiente y de autor, un año donde la diversidad de propuestas promete revitalizar la escena cinematográfica internacional, con una amplia gama de géneros y estilos que satisfarán a los cinéfilos más exigentes.