El nombre de Liam Payne, ex miembro de One Direction, resonaba en los titulares, no por un nuevo hit, sino por su trágica muerte a los 30 años. La caída desde el balcón del tercer piso del hotel CasaSur Palermo desencadenó una investigación que desenterró detalles escalofriantes de sus últimos días.
Un informe forense revelaría posteriormente la causa: “politraumatismos y hemorragias internas y externas”, con rastros de alcohol, cocaína y un antidepresivo en su sistema. La conclusión de los peritos fue contundente: “Liam Payne no estaba plenamente consciente o atravesaba un estado de disminución notoria de la consciencia al momento de la caída”, descartando la hipótesis de un suicidio.
Pero la historia no termina ahí. Semanas antes de la tragedia, su psiquiatra, Ester Palomino, había tomado una decisión crucial: interrumpir el tratamiento. En una carta obtenida por TMZ y citada por Page Six, la doctora explicaba que la situación de Payne superaba sus capacidades. “Después de una cuidadosa consideración y evaluación… Es vital que continúes hablando regularmente con un terapeuta para procesar tu depresión y trauma”, escribió Palomino, recomendándole además un control estricto en el consumo de medicamentos y alcohol.
La psiquiatra también le proporcionó una lista de:
- Centros de rehabilitación
- Médicos especialistas
La investigación, sin embargo, se extendió más allá de la salud mental de Payne. Cinco personas fueron procesadas:
- Roger Nores, amigo de Payne, acusado de homicidio culposo.
- Gilda Martin y Esteban Grassi, gerente y recepcionista del hotel, respectivamente, también por homicidio culposo por presunta omisión de auxilio.
- Braian Paiz y Ezequiel Pereyra, empleados del hotel, acusados de suministro de estupefacientes.
El caso sigue en curso, dejando un vacío en la industria musical y un halo de incertidumbre sobre las circunstancias que rodearon la muerte de una estrella. Payne fue sepultado en el Reino Unido, rodeado de sus seres queridos, incluyendo a sus excompañeros de One Direction.